Cómo el bien común es usado como una herramienta de control social

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“Los grandes ciudadanos de un país no son los que se ponen de rodillas ante la autoridad sino aquellos que defienden categóricamente el honor y la libertad del país, incluso contra la autoridad si es necesario.”

Camus, Albert — Resistencia, rebelión y muerte.

En lugar de respetar el razonamiento, los diálogos abiertos, la libertad de expresión y los derechos individuales y de propiedad privada, los sistemas políticos en todo el mundo se están haciendo cada vez más autoritarios. Engaños y mentiras, manipulación y propaganda, alarmismo y operaciones psicológicas; todas están siendo utilizadas para justificar acciones y normas políticas que arruinan la vida. ¿Cómo es que los políticos continúan convenciendo al público de abandonar sus libertades a cambio de estrictos controles del gobierno? ¿Por qué hay tan pocas personas defendiendo la libertad considerando que un mundo privado de libertad es un mundo de sufrimiento masivo? En este video analizaremos estas preguntas.

“Si actualmente la libertad está disminuyendo en todas partes, posiblemente las herramientas de esclavización no han sido nunca tan cínicamente elegidas o tan efectivas, pero también porque sus verdaderos defensores, ya sea por apatía, por desesperación o por una falsa idea de estrategia y eficiencia, se han alejado de ella.”

Camus, Albert — Resistencia, rebelión y muerte.

Se suele decir que alguien no puede resolver un problema si no sabe que tiene uno, y está es una de las razones por las que la libertad está desapareciendo tan rápido de nuestro mundo. Muchos aún creen ser libres, y como escribió Goethe: “Nadie está tan inexorablemente esclavizado como aquellos que creen erradamente ser libres.” Aquellos que creen ser libres soslayan el hecho de que ser gobernado en el mundo moderno implica ser

“Observado, inspeccionado, espiado, dirigido, conducido por la ley, numerado, regulado, reclutado, adoctrinado, predicado, controlado, revisado, estimado, valorizado, censurado y comandado, por seres que no tienen ni el derecho, ni la sabiduría, ni la virtud para hacerlo.”

Proudhnon, Pierre-Joseph

Aceptar nuestra falta de libertad es un paso necesario para contrabalancear esta condición indeseable. Mientras permanezca la negación de las cadenas de esclavitud que calzamos, no haremos nada para eliminarlas. Pero cuando reconocemos nuestras cadenas podemos empezar a rehusarlas y contribuir a la creación de un mejor mundo en el proceso, o como Camus advirtió:

La tarea del hombre... no es la de abandonar las luchas históricas ni la de presentar los elementos crueles e inhumanos de estas. Es más bien la de continuar siendo lo que es, la de ayudar a los hombres a luchar contra lo que los oprime, la de defender la libertad de las fatalidades que la rodean... La grandeza del hombre... estriba en su decisión de ser más que sus condiciones. Y si su condición es injusta, solo tiene una manera de superarla, la cual es ser justo consigo mismo.

Camus, Albert — Resistencia, rebelión y muerte.

Pero la ignorancia general con respecto a la falta de libertad no es la única razón por la que la libertad está desapareciendo del mundo. Además, existe una idea que ha infectado muchas mentes y si no es derrumbada, podría convertirse en el beso de Judas para la libertad en nuestra generación. Esta idea es promovida por mayoría de los políticos, implantada en los jóvenes en la escuela y por medio de la cultura popular, y defendida por la inmensa mayoría de los habladores en los medios de comunicación. Esta idea es el colectivismo. Para entender lo que es el colectivismo tenemos que preguntarnos: “¿El individuo solo existe en aras de la sociedad o, más bien, la sociedad existe en aras del individuo?” Aquellos que se adhieren al colectivismo creen que el individuo existe en aras de la sociedad y por ende que:

“el individuo tiene que sacrificarse y conducirse para el beneficio de la sociedad, y sacrificar sus intereses egoístas y privados por el bien común.”

von Mises, Ludwig — Problemas epistemológicos de la economía

Esta mentalidad colectivista es el pilar del comunismo, fascismo y socialismo: “El bien común por encima del bien individual” proclamo uno de los más infames adherentes del colectivismo, Adolf Hitler. La doctrina del colectivismo ha sido puesta en práctica por muchos dictadores como Hitler, Lenin, Stalin, Pol Pot y Mao. La muerte, la destrucción y el sufrimiento en masa fueron el resultado en cada caso.

¿Por qué poner el bien común por encima del bien individual tiende a generar resultado tan atroces? ¿No es una muestra de compasión sacrificar nuestros intereses personales por el bien común de nuestra sociedad? A primera vista, el colectivismo puede parecer una actitud virtuosa a tomar, pero al investigar profundamente, un error filosófico llamado “la falacia de reificación” corrompe la aplicación práctica de esta ideología. La falacia de reificación ocurre cuando se trata una mera abstracción como una entidad existente en el mundo real. El colectivismo, al sostener que el individuo debe sacrificar sus intereses privados en aras de la sociedad, toma lo que es meramente un concepto —“la sociedad”— y lo trata como si fuera una existencia concreta, pero como Jung señalo:

“La sociedad no es nada más que un término, un concepto para la simbiosis de un grupo de seres humanos. Un concepto no porta vida.”

Jung, Carl — La práctica de la psicoterapia

En contraste con el individuo que tiene una existencia real en el mundo, la sociedad es una abstracción usada para representar una cambiante colección de individuos que viven e interactúan en proximidad. Se puede buscar minuciosamente y extensivamente; jamás se encontrará una entidad concreta llamada sociedad que se pueda señalar e identificar como se puede con un individuo.

“La sociedad no existe más allá de los pensamientos y acciones de las personas. No tiene “intereses” y no apunta a nada. Lo mismo se aplica para todos los demás colectivos.”

von Mises, Ludwig — Problemas epistemológicos de la economía

O como lo dijo Jung:

La “nación” (como el “Estado”) es un concepto personificado... La nación no tiene vida propia fuera del individuo, y en consecuencia, no es un fin en sí misma... Toda vida es vida individual, y solo en ella se encuentra el sentido final.

Jung, Carl — El significado de la línea suiza en el espectro de Europa

Dado que la sociedad es un concepto que no puede ni pensar, ni actuar, ni hablar, ni elegir, se tiene que terminar otorgando a un individuo, o a un grupo de individuos, la capacidad de definir el llamado bien común de la sociedad y luego darle el poder de para que obligue a otros individuos a actuar en servicio de este bien. Desde el alba de la civilización, las clases dominantes han sido quienes se consagran como árbitros del bien común, y por lo tanto no es una sorpresa que el bien común, en la mayoría de los casos, no sea más que el bien de los que están en el poder, o como Nathaniel Branden, psicólogo del siglo 20, escribió:

“Con tales sistemas [colectivistas], el individuo siempre ha sido una víctima, distorsionado contra sí mismo y obligado a abnegarse y a sacrificarse por un presunto valor superior llamado Dios o faraón o emperador o rey o sociedad o el Estado o la raza o el proletariado — o el cosmos. Es una extraña paradoja de nuestra historia que esta doctrina —la cual nos dice que debemos considerarnos como, en efecto, animales de sacrificio— haya sido generalmente estimada como una doctrina que representa la benevolencia y el amor por la humanidad. Desde el primer individuo... que fue sacrificado en un altar por el bien de la tribu pasando por los herejes y disidentes quemados en la hoguera por el bien de la población y de Dios hasta llegar a los millones exterminados en campos de esclavitud por el bien de la raza o del proletariado, es esta moralidad [colectivista] la que ha servido como justificación para todas las dictaduras y para todas las atrocidades pasadas o presentes”

Branden, Nathaniel — La psicología del amor romántico

El filósofo Georg Wihelm Friedrich Hegel, un férreo colectivista que ejerció una profunda influencia en las ideas de Karl Marx, promovió la abnegación colectivista por parte del individuo con las siguientes palabras:

“Una sola persona, no hace falta que lo diga, es algo inferior, y como tal, debe subordinarse a la normativa ética total. Por lo tanto, si el estado exige una vida, el individuo debe darla... Todo el valor que el ser humano tiene... lo tiene solo por medio del Estado.”

Hegel, Georg Wilhelm Friedrich — Filosofía del derecho

En contraste con las trampas filosóficas promovidas por el colectivismo, [nosotros sostenemos que] ni el “bien común” de la sociedad ni el Estado ni ningún otro concepto usado para describir la simbiosis de los seres humanos es superior a los individuos de carne y hueso, cuyas acciones espontáneas son la verdadera fuerza creadora y generativa en el mundo. Como Auberon Herbert, filósofo del siglo 19, escribió:

“El individuo es el rey, y todas las demás cosas existen para el servicio del rey.”

Herbert, Auberon — Lost in the Region of Phrases

O en palabras más extensas:

“[El individuo] es incluido en muchos grupos: su escuela, su colegio, su club, su profesión, su ciudad o país, su iglesia, su partido político, su nación... pero él es siempre más que todos estos. Todos estos grupos, sin excepción... existen en aras del individuo. Existen para su servicio; existen para su beneficio y uso.”

Herbert, Auberon — Lost in the Region of Phrases

La convicción de que “el individuo es el rey” fundo las ideas de los pensadores del renacimiento del siglo 17 y 18 y llevo a una rápida toma de consciencia de la conexión vital entre la libertad y los derechos a la vida, la libertad y la propiedad privada. En general, los derechos individuales establecen que:

“La única libertad que merece tal nombre es la de perseguir nuestro propio bien a nuestra manera, en la medida en que esta libertad no interfiera con las de otros o dificulte su uso. Cada uno es el guardián de su propia salud, ya sea física o mental y espiritual.”

Mill, John Stuart — Sobre la libertad

El apoyo de los derechos individuales no nace de insensibilidad ante la situación difícil y el sufrimiento de otros, más bien por la resultante motivación de reconocer que al darnos a cada uno de nosotros la libertad para perseguir nuestro propio bien tanto la cooperación social como la división de trabajo como la prosperidad social emergen de una manera ascendente, y con estas, la habilidad de ayudar al otro se profundiza. Ya que sin las riquezas generadas por los mecanismos de la libertad, todas las buenas intenciones del mundo no vestirán, alojarán ni alimentarán a los pobres. El colectivismo afirma lo contrario. Un énfasis en los derechos individuales, sugieren, en lugar de en el bien común, tiende a inhibir la cooperación social y promueve la formación de una población fragmentada donde cada hombre y mujer es una isla abandonada a su suerte. Pero en este caso el colectivismo lo entiende al revés. Somos naturalmente animales sociales y por eso una fragmentación entre individuos solo ocurre cuando un gobierno, bajo el disfraz del “bien común”, impone un aislamiento social al obtener poder o siembra las semillas del miedo y sospecha entre amigos y vecinos. En su clásico estudio de sistemas políticos colectivistas del siglo 20, el doctor Joost Meerlo advirtió que:

“... detrás de las cortinas de hierro, la dolencia más prominente en el sistema totalitario era el sentimiento de aislamiento mental. El individuo se siente solo y continuamente alerta. Solo existe la sospecha mutua.”

Meerlo, Joost — La violación de la mente

Carl Jung, que le toco vivir en el totalitarismo que sacudió en la mitad del siglo 20 a Europa, también observó:

“El Estado masivo no tiene intención de promover entendimiento mutuo y relaciones entre hombres; se esfuerza... para fragmentar, para aislar la psique del individuo.”

Jung, Carl

La mejor manera de promover la cooperación social y la prosperidad social no es mediante un control centralizado general, sino que es mediante la eliminación de los cepos de control y dejando a los individuos tomar sus propias decisiones en lo que respecta a sus propias vidas. Y esto es lo que una sociedad estructura en derechos individuales consigue. Vive y deja morir, como el adagio ancestral dice. O como David Kelley explica:

“[Los derechos individuales] dejan a los individuos responsables de vivir su propia vida y de satisfacer sus propias necesidades, y ellos otorgan la libertad para cumplir con tales responsabilidades. Los individuos son libres de actuar basándose en su propio juicio, de perseguir sus propios objetivos y de usar y disponer los recursos materiales que consiguieron mediante su esfuerzo. Esos derechos reflejan la suposición que los individuos son un fin en sí mismos, que no pueden ser utilizados contra su voluntad para propósitos sociales”

Kelley, David — A Life of One’s Own: Individual Rights and the Welfare State

Dado que los derechos individuales nos dan la libertad de perseguir nuestro propio bien a nuestra manera, en tanto que no agredamos a la integridad o propiedad de otros, cabe deducir que cada uno de nosotros tiene el derecho a la libertad de expresión, a la libertad de circulación, a la libertad de asociación y asamblea, el derecho a la propiedad privada y autonomía física, y el derecho de trabajar y retener los frutos de nuestro trabajo.

“El hombre es el amo de su propia persona y sus posesiones, igual al más grande, y sometido a nadie.”

Locke, John — Segundo ensayo

Los derechos individuales son universales dado que se aplican para todos los seres humanos en todas partes:

“... los derechos existen independientemente de si están en la constitución de un país.”

Kelley, David — A Life of One’s Own: Individual Rights and the Welfare State

Y son inalienables, ya que no pueden ser dados o sacados por ningún hombre, gobierno o institución.

“Los derechos naturales de un hombre son exclusivamente suyos, ante todo el mundo; y cualquier violación de estos es indistintamente un crimen... ya sea cometido por un hombre, haciéndose llamar ladrón... o por millones, haciéndose llamar gobierno.”

Spooner, Lysander — No Treason The Constitution of No Authority

Cuando una sociedad y el sistema judicial están fundados en un profundo respeto y un compromiso por los derechos individuales, el individuo es rey y, en consecuencia, el individuo es libre. Pero cuando los derechos individuales son transgredidos bajo el pretexto de la seguridad pública o el “bien común”, el individuo se vuelve una mera propiedad política que cualquier turba o gobierno o institución en poder puede oprimir, detener o eliminar si lo juzga necesario. Como Lysander Spooner explica:

“no hay diferencia... entre la política y la esclavitud. El primero, más pronto que tarde, niega la posesión del hombre de sí mismo y de los productos de su trabajo; y afirma que otros hombres pueden poseerlo y disponer de él y de su propiedad para sus usos y veleidades.”

Spooner, Lysander — No Treason The Constitution of No Authority

En el mundo moderno nos estamos moviendo cada vez más hacia una aceptación generalizada del colectivismo y, consecuentemente, hacia la condición política que Spooner alude. En tiempos como este es útil reconocer que, aunque la mayoría son cómplices en su esclavitud, al permanecer en en lado de la libertad, nos unimos en espíritu con todos los demás guardianes de la libertad de todo el mundo.

Me rebelo, luego existimos.

Camus, Albert — El hombre rebelde

O como dijo en palabras más extensas:

Toda persona insubordinada, al momento en que se levanta contra la opresión, reafirma así la solidaridad de todos los hombres.

Camus, Albert — Resistencia, rebelión y muerte.