El Cuerpo Ideal: Usa tu cuerpo para dar forma a un gran carácter

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«Si la estructura corporal y el temperamento están relacionados, como puede determinar cualquiera que estudie la naturaleza humana, entonces, la pregunta es: ¿Puede uno cambiar el carácter de un individuo sin algún cambio en la estructura corporal y en su motilidad funcional?»

Lowen, Alexander — The Language of the Body

En nuestro vídeo anterior, exploramos cómo nuestro carácter es expresa tanto al nivel de la mente como del cuerpo.

«Una desorganización en uno se manifiesta en el otro.»

Kierkegaard, Søren — The Concept of Dread

Pero nuestro cuerpo no se limita a reflejar pasivamente el estado de nuestro carácter, también lo moldea activamente. Podemos cambiar quién somos cambiando la forma en que mantenemos, movemos y alimentamos nuestro cuerpo, y en este vídeo, exploraremos algunas técnicas para aprovechar el poder de este enfoque de abajo hacia arriba para el desarrollo del carácter.

Para empezar, debemos discutir brevemente la importancia de los elementos fundamentales de la salud corporal, es decir, el ejercicio, la alimentación y la respiración. Sin ejercicio consistente y una dieta saludable, el estado de nuestro cuerpo siempre permanecerá debajo del apogeo de su potencial. La importancia de estos dos elementos fundamentales no es nada nuevo; pero lo que es, quizás, el elemento fundamental de los elementos fundamentales, nuestra respiración, es un área a la que pocos le dan la atención que merece. La manera correcta de respirar depende de la situación, pero tenemos una regla general, simple y poderosa: respirar más a través de la nariz, menos a través de la boca, y hacia el abdomen en lugar del pecho. Esta manera de respirar es una forma simple de cambio que puede pagar grandes dividendos, ya que el ritmo de nuestra respiración influye enormemente en cómo nos sentimos tanto mental como físicamente.

Sin embargo, estos elementos fundamentales no serán donde nos enfoquemos en este vídeo, dado que hay recursos abundante que tratan sobre estos tres dominios. En su lugar, nos enfocaremos en dos prácticas poderosas que atienden dos deficiencias, las cuales impiden que muchos de nosotros alcancemos el tipo de cuerpo donde puede nacer un gran carácter. La primera de estas deficiencias es una conexión débil con nuestro cuerpo y una conexión insuficiente a tierra bajo nuestros pies. Esto está frustrando nuestra capacidad de actuar con la agresión natural que la vida requiere. La segunda deficiencia es una falta de confort dentro de nuestra propia piel, y esto es la causa de nuestra incapacidad de movernos con la espontaneidad, coordinación y una gracia general que es típica de un cuerpo sano.

En su libro «The Spirituality of the Body», publicado en 1988, Alexander Lowen escribió lo siguiente:

«Cuando era joven, estar “conectado a la tierra” era considerado una virtud. Nunca más he escuchado a alguien describirlo así. ¿Será que la cualidad de tener los pies sobre la tierra ha perdido su sentido? Creo que sí. El individuo moderno se describe más acertadamente como “volando alto y rápido”... Es difícil estar en tierra cuando la misma cultura no lo está.»

Lowen, Alexander, The Spirituality of the Body

En las tres décadas ulteriores a la escritura de estas palabras, el surgimiento de los celulares y otras tecnologías móviles han solo exacerbado el problema que Lowen identificó. Puede que seamos la cultura conectada a la tierra de la historia. Muchos de nosotros pasamos horas de nuestra vida diurna absortos en pantallas, nuestras mentes son consumidas por destellos de luz y nuestros cuerpos son en gran medida ignorados. Las muchas horas que pasamos en nuestros dispositivos dejan menos tiempo para realizar actividades que requieren nuestros cuerpos a fin de efectuar cambios en el mundo real, y este cambio en la forma en que nos comportamos está disminuyendo nuestra capacidad para permanecer de pie y movernos audazmente y proactivamente en la vida. Solo se necesita reflexionar en nuestra experiencia personal para entender por qué esto es así: pasar horas mirando una pantalla o desplazándonos a través de las vidas cultivadas y los pensamientos de otros no son cosas que dejan a uno sintiéndose vigorosos y fortalecidos, sino ligeramente desorientado y letárgico. Comparemos esto con acciones en el mundo real, con actividades que requieren nuestros cuerpos y que nos obligan a experimentar la solidez de la tierra debajo de nuestros pies. Tales actividades nos empoderan y nos avalientan, y un hombre que entendió bien esto, y que uso este conocimiento a su favor, fue Friedrich Nietzsche:

«Siéntate lo menos que puedas; no creas en ninguna idea que no nazca al aire libre y del libre movimiento, en el que los músculos no se revelan también... Quedarse quieto (ya lo dije una vez) es el verdadero pecado contra el Espíritu Santo»

Nietzsche, Friedrich — Ecce Homo

Puede que Nietzsche no haya tenido que enfrentarse a la misma amenaza que deja incorpóreo a la cual la tecnología moderna nos somete, pero cuando entró en la mitad de sus treinta años, su salud estaba en tal estado de declive que estaba afectando su capacidad para realizar cualquier acción. Aun la lectura le agotaba, y en 1879 sus intensas migrañas y frecuentes ataques de vómito lo obligaron a retirarse de su cátedra en la Universidad de Basel. Pero en lugar de apartarse del mundo y sucumbir en su decreciente salud, Nietzsche tomó un enfoque diferente:

«... me encontré de nuevo siendo un ermitaño, y caminando diez horas por día de caminata de ermitaño...»

Nietzsche, Friedrich — Julio de 1880

Nietzsche recurrió a la caminata para pasar del carácter lamentable en el que se había convertido —debilitado tanto en mente como en cuerpo— al estatus de un filósofo legendario. Caminando más de ocho horas al día, Nietzsche recuperó su salud y en la siguiente década compondría los diez trabajos que lo hicieron famoso. Muchas de sus ideas más profundas emanaron de sus largas, solitarias y, muchas veces, arduas caminatas.

«Hay más sabiduría en tu cuerpo que en tu filosofía más profunda.»

Nietzsche, Friedrich — Así habló Zaratustra

Podemos seguir el ejemplo de Nietzsche y usar la caminata para nuestro beneficio también. Ya que la caminata, según el psicólogo Michael Mahoney, «es probablemente la forma más beneficiosa de movimiento humano» (Constructive Psychotherapy), y para quienes entre nosotros tienen la cabeza en las nubes, caminar es una excelente manera de volver a conectarse con la tierra que está bajo de nuestros pies:

«No hay mejor forma de permanecer ligados a la tierra que caminando: la insondable monotonía del suelo.»

Gros, Frederic — A Philosophy of Walking

Además de ligarnos a la tierra, caminar es una excelente forma de conectar con nuestro cuerpo, ya que es una de las formas más naturales de movimiento humano. Además, el consistente uso de nuestras piernas que esta actividad implica puede fomentar un abordaje más agresivo vis-à-vis la vida, ya que, como notó Lowen:

«La agresividad está directamente conectada con el funcionamiento de las piernas en un adulto porque nuestras piernas nos llevan hacia las cosas que queremos. Si la motilidad de las piernas de una persona merma, su agresividad se reduce.»

Lowen, Alexander — The Voice of the Body

El tipo de caminata que se necesita para obtener tales beneficios no es la mera caminata hacia una tienda o una parada de autobús, más bien es la caminata en aras de la caminata. Es la caminata que se mide en horas, no en minutos.

«No creo poder preservar mi salud y mi espíritu al menos que pase cuatro horas por día —y, usualmente, es más que eso— paseando por los bosques y las colinas y los campos, absolutamente libre de todo compromiso mundanos.»

Thoreau, Henry David — Walking

Pero, aunque caminar puede ayudarnos a estructurar el cuerpo de tal manera que promueva un enfoque más proactivo frente a la vida, muchos de nosotros nos cruzaremos con otro escollo en el enfoque de abajo hacia arriba para el desarrollo del carácter, el cual es la falta de confort en nuestra propia piel.

«Porque una cosa es necesaria: que el ser humano logre estar satisfecho consigo mismo... Quien está insatisfecho consigo mismo está continuamente preparado para la venganza, y nosotros, los demás, seremos sus víctimas, aunque solo sea el tener que soportar su fea apariencia.»

Nietzsche, Friedrich — La Gaya Ciencia

La satisfacción con uno mismo es un componente crucial de un gran carácter, y la verdadera satisfacción con uno mismo requiere que estemos satisfechos con nuestro cuerpo. Si estamos excesivamente inseguros y avergonzados de nuestro cuerpo, esto dejará cicatrices en nuestro carácter e interferirá con nuestra capacidad de disfrutar las interacciones sociales. En lugar de movernos con espontaneidad, coordinación y una gracia general, un malestar en nuestra piel producirá un movimiento torpe y rígido.

El primer paso para cultivar una imagen corporal sana es abandonar el ideal cultural que vincula el orgullo o la vergüenza de nuestro cuerpo con nuestra apariencia. La belleza superficial tan glorificada en nuestra sociedad es, en su mayor parte, un producto de nuestros genes y de nuestra edad; en consecuencia, esta está fuera del alcance de la mayoría de las personas en la mayor parte de los momentos de la vida. Quienes no nacimos con una belleza de Hollywood no tenemos que desesperarnos, ya que aún el orgullo de nuestro cuerpo es alcanzable; y aún mejor, este orgullo no es permeable fácilmente por la edad. En lugar de medir el valor de nuestro cuerpo con nuestra apariencia, debemos aspirar al ideal del poder corporal.

«¿Qué es bueno? Todo lo que aumente el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder mismo en el hombre. ¿Qué es malo? Todo lo que proceda de la debilidad. ¿Qué es la felicidad? Sentir que el poder aumenta, que una resistencia es superada.»

Nietzsche, Friedrich — El Anticristo.

¿Cómo aumentamos nuestro poder corporal? Nos concentramos en cultivar habilidades y participar en actividades que usen el lado somático de nuestro ser de manera que proporcione alegría y placer a nuestra vida. Tales actividades pueden tomar varias formas, ya sea pintar, esculpir, construir cosas, aprender algún deporte, levantar pesas, escalar montañas, tocar un instrumento o bailar; cualquier cosa que nos obligue a usar nuestro cuerpo de manera saludable para efectuar un cambio en el mundo real, o para experimentar rango incrementado de movimiento, ya que, como dijo Vincent Van Gogh:

«Lo excelso es adquirir un nuevo vigor en la realidad.»

van Gogh, Vincent

A medida que nuestra competencia aumenta en cualquier actividad que elijamos, nuestro cuerpo dejará de ser un mero vehículo que nos transporta desde el punto A hasta el punto B y que hospeda a nuestra mente mientras miramos las pantallas, y en su lugar se convertirá una fuente primordial de alegría y placer que hacen que la vida valga la pena. El cultivo de habilidades para el mundo real también aumentará nuestra adaptación al medio ambiente y esto, a su vez, aumentará la satisfacción que tenemos de nuestro cuerpo:

«Cuando nos volvemos competentes en algún campo práctico particular,» escribió Matthew Crawford «nuestra percepción es disciplinada por esa práctica; nos sintonizamos con las características pertinentes de una situación que serían invisibles para un espectador. A través del ejercicio de una habilidad, el yo que actúa en el mundo toma una forma definida. Llega a estar en una relación de correspondencia con un mundo que ha comprendido»

Crawford, Matthew — The World Beyond Your Head

Aspirar al ideal de poder corporal puede transformar nuestra vida. Ofrece un camino para salir de la miseria que supone estar obsesionado con las apariencias y nos coloca en un camino en el que se hace posible un verdadero y duradero confort en nuestra piel. Pero a medida que damos estos pasos de reconexión con nuestro cuerpo a través de la caminata y de la remodelación de nuestra imagen corporal a través del cultivo de habilidad en el mundo, también podemos tener en cuenta el entorno en el que habita nuestro cuerpo. Porque el sistema integrado de psique y soma nunca puede escapar de la influencia del mundo en el que está situado. En el próximo vídeo, vamos a explorar cómo las personas y las cosas que nos rodean afectan a nuestro bienestar y por qué en nuestro mundo hiper conectado lo que muchos de nosotros necesitamos es la soledad, ya que, como dijo Goethe:

«Lo mejor es la profunda tranquilidad donde vivo y crezco contra el mundo, y cosecho lo que no pueden quitarme con fuego y espada.»

Goethe