¿Qué pensaría Nietzsche del siglo 21?

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Friedrich Nietzsche creía ser un médico filosófico. Una de sus misiones era ayudar a otros a entender la enfermedad en la que la sociedad moderna estaba cayendo y ofrecer una cura para el veneno de los sistemas de valores corrompidos.

«Ser médicos acá, ser inexorables acá, empuñar el cuchillo acá; este es nuestro trabajo, este es nuestro modo de filantropía, de este modo somos filósofos.»

Nietzsche, Friedrich — El anticristo

Sin embargo, Nietzsche estaba al tanto de la improbabilidad de que su diagnóstico filosófico fuera aceptado a finales del siglo 19, la época en la que vivió.

«Mi momento aún no ha llegado... algunos nacen póstumamente... estaría en completa contradicción conmigo mismo si esperara encontrar oídos y manos para mis verdades hoy: que hoy nadie me escuche, que nadie sepa como recibir de mí no solo es comprensible, incluso me parece correcto que sea así.»

Nietzsche, Friedrich — Ecce Homo

Declarando que nacería póstumamente, es decir, que nacería después de su muerte, Nietzsche sabía que su filosofía sería más apropiada para el futuro. ¿Podría ser que su tiempo finalmente haya llegado? En este video, vamos a examinar esta pregunta usando las ideas de Nietzsche para diagnosticar algunos problemas de la sociedad del siglo 21, problemas como la adicción digital, la humillación en las redes sociales, los artilugios virtuosos, la censura académica, y el ascenso y la devoción hacía el nuevo Dios: el Estado.

Una de las tendencias que ha definido al siglo 21 ha sido el aumento de la tecnología móvil y el notable tiempo que muchos de nosotros pasamos mirando nuestras pantallas. Somos una generación adicta a la tecnología. Aunque las consecuencias a largo plazo de este comportamiento son desconocidas, hay una plétora de evidencias para sugerir que es perjudicial para nuestras habilidades cognitivas. En su libro nominado para el premio Pulitzer «Los superficiales», Nicholas Carr escribió:

«Lo que estamos experimentando es, en un sentido metafórico, una inversión de la temprana trayectoria de la civilización: estamos evolucionando de ser cultivadores de conocimiento personal a ser cazadores y recolectores en el bosque de datos electrónicos.»

Nicholas Carr — Los superficiales

Más de un siglo antes de la revolución tecnológica, Nietzsche, con una singular anticipación, identificó los nocivos efectos que los celulares tendrían en nuestra capacidad para pensar y cultivar autoconocimiento.

«Incluso ahora uno se avergüenza de descansar, y la reflexión prolongada casi le da a uno mala consciencia. Se piensa con un reloj en la mano, incluso en el momento en que uno come su almuerzo mientras lee las últimas noticias sobre el mercado; se vive como si uno siempre «puede perderse algo»»

Nietzsche, Friedrch — La gaya ciencia

Acompañando al costo cognitivo de pasar horas al día en nuestros dispositivos, está el problema que crea la tecnología al darle poder a la turba. La turba ha sido una amenaza permanente para el bienestar del individuo desde el amanecer de la civilización.

«La locura es algo raro en individuos» observó Nietzsche »— pero en grupos, partidos, personas y edades es la regla.»

Nietzsche, Friedrich — Más allá del bien y del mal

Socrates, como paradigma, fue condenado a muerte porque la turba de Atenas declaró su exploración filosófica como una influencia corruptiva para los jóvenes. Pero los celulares y las redes sociales impulsaron la locura de la turba a un nuevo nivel. Para unirnos a una turba ahora no necesitamos ni siquiera salir de nuestras casas; podemos reunirnos desde todos los rincones de la tierra en las redes sociales y buscar un chivo expiatorio comunitario, y satisfacer lo que Nietzsche llamó nuestra »voluptuosa codicia, amarga envidia, agria venganza, orgullo mediocre». (Nietzsche, Friedrich — Así habló Zaratustra)

«Cada desgraciado encuentra placer en censurar — porque esto le produce una pequeña intoxicación de poder. Incluso quejarse y lloriquear pueden embelesar la vida y hacerla soportable: hay una pequeña cuota de venganza en cada queja, uno recriminar a los que son diferentes por sus propios malestares.»

Nietzsche, Friedrich — El ocaso de los ídolos

O, como escribió en Aurora:

«En el acto de crueldad la comunidad se refresca y por fin se deshace de la melancolía causado por el miedo y la precaución constante. La crueldad es uno de los más viejos placeres de la humanidad.»

Nietzsche, Friedrich — Aurora

Uno de los más frecuentes artilugios de la turba es el virtuoso. Uno dice o hace algo que parece altruista solamente para ascender a un pedestal moral sobre el cual uno se siente justificado para atacar y censurar a cualquiera que sostenga valores o ideas diferentes. En otras palabras, mediante el uso de artilugios virtuosos uno esconde sus chispas de malicia detrás de una façade [máscara] de compasión. Albert Camus, quien fue enormemente influenciado por los escritos de Nietzsche, observó que: «... los sentimientos humanitarios siempre tienen su cortejo de misantropía [odio hacía la humanidad]. Se ama a la humanidad en general para no tener que amar a nadie en particular». (Albert Camus, Los asesinos justos) Si Nietzsche estuviera vivo hoy, compararía el artilugio virtuoso moderno con los hipócritas Fariseos de la biblia: «Ellos no practican lo que predican», está escrito en el libro de Mateo. Su externa muestra de virtud camufla sus deseos de venganza. Nietzsche diría que esto es la voluntad de poder del débil. O, como él explicó:

«... ¡cómo esperan en el fondo la hora de vengarse!; ¡cómo anhelan ser verdugos! Hay entre ellos una abundancia de vengativos disfrazados de jueces, que constantemente portan la palabra «justicia» en sus bocas como escupitajo venenoso, siempre con labios fruncidos, siempre listos para escupir a todos los que no están descontentos sino que siguen su propio camino con buen humor... La voluntad del débil para representar alguna forma de superioridad, su instinto para los caminos subrepticios que llevan a una tiranía sobre los sanos, ¡dónde no se puede encontrar esta voluntad de poder de los más débiles!»

Nietzsche, Friedrich — La genealogía de la moral

Otra forma en la que los venenosos y envidiosos buscan obtener poder es censurando ideas que ellos consideran «ofensivas». En su libro Academic Freedom in an Age of Comformity, Joanna Williams, una profesora en la Universidad de Kent, nota que hay una fuerte tendencia entre estudiantes universitarios de censurar visiones con las que no están de acuerdo.

«... muchos estudiantes han llegado a querer ausencia de expresión.» escribe. «Ellos afirman que el entorno universitario debería de ser un 'espacio seguro', libre de daño emocional u ofensa potencial.»

Joanna Williams — Academic Freedom in an Age of Conformity

Nietzsche hubiera considerado la idea de 'espacios seguros' ridícula. Como Patrick West señala en su libro Get Over Yourself, más que espacios seguros, Nietzsche hubiera propugnado los 'espacios peligrosos'; áreas designadas solo para combates intelectuales en las cuales ninguna opinión ni creencia está exenta de crítica o ataque. Los espacios peligrosos no estarían hechos para ofender o humillar a otra persona; más bien estarían hechos para ofrecer un espacio a los individuos para participar en un celeste y antiguo juego, una batalla de ideas, cuyo objetivo es descubrir la verdad. Como Nietzsche instó:

«Deberías buscar a tu enemigo, deberías hacer la guerra —una guerra para tus opiniones—. ¡Y si tu opinión es vencida, tu honestidad aún debería llorar triunfalmente sobre eso!»

Nietzsche, Friedrich — Así habló Zaratustra

O como escribió más adelante:

«Un error muy popular: tener coraje por las convicciones de uno mismo; más bien se trata de tener coraje para recibir un ataque a las convicciones de uno mismo.»

Nietzsche, Friedrich — Correspondencia

Desafortunadamente, en lugar de estimular una contienda libre de ideas, los profesores universitarios parecen, en general, apoyar la censura académica. O como escribe Joanna Williams:

«Hoy en día, lejos de defender la libertad académica, vemos ejemplos de docentes buscando distanciar los debates del público o censurar visiones que ellos encuentran personalmente o políticamente problemáticas.»

Joanna Williams — Academic Freedom in an Age of Conformity

Basándose en su corto tiempo como profesor titular en la Universidad de Basilea, Nietzsche observó personalmente que en lo que respecta a la censura académica, la culpa no está solo en los profesores, sino que es intrínseca a la misma institución universitaria. «Una verdadera forma de vida radical por la verdad no es posible en una universidad». (Nietzsche, Friedrich — Correspondencia) El problema que vio es simple. La mayoría de las universidades hasta el día de hoy son, al menos, parcialmente fundadas por el Estado, y todas deben obedecer las leyes y regulaciones del Estado. En consecuencia, un profesor universitario como empleado del Estado debe ajustarse, en última instancia, a los fines del Estado. O como escribió Nietzsche:

«El hombre que acepta ser un filósofo de Estado, también tiene que aceptar la imagen de quien renuncia a la búsqueda de la verdad en todos sus refugios secretos. En cualquier caso, mientras disfrute su posición, debe reconocer algo más grande que la verdad: el Estado.»

Nietzsche, Friedrich — Consideraciones intempestivas

Reconocer al Estado como superior a la verdad no es, desafortunadamente, una postura limitada a los profesores universitarios. Nietzsche lo vio como algo característico de la sociedad en general. Porque con la muerte del Dios cristiano, Nietzsche supo que la necesidad de un Dios iba a permanecer. Las masas, pensó, siempre van a necesitar un ídolo a quien venerar, una «sombra de Dios» a la que puedan hacer reverencia.

«Dios está muerto, pero viendo las particularidades del hombre, quizás hayan cuevas donde su sombra seguirá mostrándose por otros miles de años.»

Nietzsche, Friedrich — La gaya ciencia

Aunque las sombras de Dios mudarán y cambiarán a medida que la humanidad fluctúe, hoy en día, en nuestros tiempos racionales y científicos, Nietzsche pensó que la sombra de Dios que veneramos más fervientemente es el Estado.

«¿Quieres que te habla del Estado? ¡Pues bien! Ahora escucha atentamente, porque te hablaré de la muerte de la humanidad.»

Nietzsche, Friedrich — Así habló Zaratustra

Nietzsche predijo el ascenso y la devoción al Estado en la época moderna desde dos frentes principales. En primer lugar, escribió inquietamente sobre la posibilidad de «algunos grandes experimentos» que podrían «corroborar que en una sociedad socialista la vida se niega a sí misma, se aleja de sus raíces»; y además, predijo que esos experimentos socialistas podrían ser «terriblemente pagados con vidas humanas». (Nietzsche, Friedrich — La voluntad de poder) Los «experimentos» socialistas sobre numerosos países en el siglo 20 probaron, trágicamente, la certeza de los presagios de Nietzsche. En segundo lugar, más substancial para nuestros tiempos, Nietzsche escribió sobre las formas en las cuales el Estado se apropiaría de la democracia como uno de sus semi Dioses, y con ello engañar a las masas para que crean que ellos, «el pueblo», controlan los hilos del destino en última instancia.

«El Estado es el más frío de los monstruos fríos. Y también miente fríamente; y esta mentira se desliza de su boca: «Yo, el Estado, soy el pueblo». ¡Es mentira! Creadores fueron quienes crearon los pueblos y suspendieron encima de ellos una fe y un amor: así sirvieron a la vida... Pero el Estado miente en todas las lenguas del bien y del mal; y diga lo que diga, miente — y posea lo que posea, lo ha robado. «En la tierra no hay ninguna cosa más grande que yo: yo soy el dedo regulador de Dios» — así ruge el monstruo.»

Nietzsche, Friedrich — Así habló Zaratustra

Además de robar a los ciudadanos, ya sea abiertamente a través de impuestos, o furtivamente a través de emisión monetaria, los Estados modernos se apoyan en narrativas de miedo para mantener el control. Ya que una de las maneras más seguras de condicionar a un pueblo a aceptar e incluso venerar a una institución y a las personas detrás de la misma, que reiteradamente le mienten y le roban, es que este [el pueblo] sea mantenido en un estado de constante ansiedad y miedo, y luego sea educado en la idea de que solo el estado tiene el poder de salvarlo.

«El único objetivo de la política práctica es el de mantener al pueblo alarmado (y, por lo tanto, clamoroso al ser llevado al refugio) de una serie interminable de duendes, la mayoría de ellos imaginarios.»

Mencken, H.L — En defensa de las mujeres

Quizás sea solo una coincidencia que el Dios del Antiguo Testamento haya hecho aceptar su promesa de salvar solo a aquellos que le veneran con la ayuda de la emoción fácilmente perturbable del miedo: «Él cumplirá el deseo de aquellos que le temen», dice en el Libro de Salmos, «también Él oirá sus llantos y los salvará». O como Nietzsche escribió del Estado:

«Los destructores son aquellos que tienden trampas para la multitud y las llaman Estado: ellos suspenden sobre ellos una espada y cientos de deseos... Este nuevo ídolo te dará todo, si lo veneras.»

Nietzsche, Friedrich — Así habló Zaratustra

Carl Jung, que fue enormemente influenciado por Nietzsche, tuvo una observación similar sobre las formas de devoción del hombre moderno:

«El Estado toma el lugar de Dios...» escribió Jung, «y la esclavitud por el Estado es una forma de devoción... El estado, como la Iglesia, demanda entusiasmo, sacrificio, y amor, y si la religión requiere o presupone el «miedo a Dios», entonces el... Estado se ocupa muy bien de suministrar el terror necesario.»

Jung, Carl — The Undiscovery Self

Entonces, si estos hubieran sido los diagnósticos del Dr Nietzsche sobre la sociedad del siglo 21, ¿qué antídotos hubiera dado?

En cuanto a la adicción digital, Nietzsche probablemente nos aconsejaría pasar más tiempo en reflexiones prolongadas en la naturaleza y menos tiempo mirando la pantalla. «Nos gusta estar afuera en la naturaleza porque ella no tiene opiniones sobre nosotros.» (Nietzsche, Friedrich — Humano, demasiado humano) Respecto a la censura, nos sugeriría que fomentemos los debates abiertos en nuestros círculos sociales y que abordemos en tópicos importantes para nosotros, incluso si estos detonan u ofenden a otros. En lo que respecta al Estado, probablemente nos recomendaría que lo miremos con un ojo más crítico y que penetremos en su verdadera naturaleza escondida por sus artilugios políticos. Puesto que el Estado ni es benevolente, ni omnipotente como un Dios; es una institución compuesta por hombres y mujeres que desean controlarnos y explotarnos, y que están intoxicados en su propio poder. Y a propósito de la humillación en las redes sociales, y en general la hostilidad que abunda en Internet, Nietzsche nos diría: da un buen ejemplo, y practica las virtudes cardinales que él llamó «las cuatro buenas»:

«Honestidad ante nosotros y cualquier otro que sea un amigo; valiente ante el enemigo; magnanimidad ante el derrotado; cortés siempre

Nietzsche, Friedrich — Aurora

Alegar la cortesía no es algo comúnmente atribuido a Nietzsche. Sin embargo, si un filósofo predica ante todo por el ejemplo que él da, se dio a conocer que Nietzsche era una persona amable y modesta en su vida personal. Es interesante notar que su descenso en la «locura» comenzó cuando colapso en empatía al ver a un caballo siendo golpeado. En su corpus de obras, hay muchos aforismos que muestran un alto grado de compasión por otros y un reconocimiento del sufrimiento que impregna a toda la humanidad.

«No hay suficiente amor y amabilidad en este mundo que nos justifique en dar algo de esos a seres imaginarios»

Nietzsche, Friedrich — Humano, demasiado humano

Aunque quiso que seamos estrictos y demandantes con nosotros mismos, fomentó la paciencia y la simpatía frente a otros.

En última instancia, sin embargo, si Nietzsche estaría vivo nos pediría que superemos la necesidad de usar sus antídotos filosóficos.

«Se le devuelve mal al maestro si se es solo estudiante.»

Nietzsche, Friedrich — Así habló Zaratustra

Para aceptar a Nietzsche, paradójicamente, debemos esforzarnos para superar su perspicaz sabiduría. Podemos usarlo como un guía que nos ayuda a navegar las turbulencias de la existencia moderna, pero, sobre todas las cosas, Nietzsche desearía que construyamos nuestro propio camino. Mientras que Jesús pronunció:

«Quien quiera ser mi discípulo debe negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme.»

Jesús — El libro de Mateo

Nietzsche dijo:

«No me sirven los discípulos. Que cada uno sea su verdadero seguidor.»

Nietzsche, Friedrich — Correspondencia